Contigo Pienso - Jueves Santo

UNA VELADA LLENA DE GESTOS

Tómate un tiempo y un espacio para ti. Para la reflexión personal puedes coger un cuaderno que tengas por casa, unas hojas, las notas del móvil...
Comienza escuchando esta canción:


Retomaremos esta canción al final del documento. Ahora nos vamos a adentrar en lo que celebramos hoy, Jueves Santo. 
Hoy ponemos el foco de atención en la última cena de Jesús con sus discípulos antes de su muerte. Hoy celebramos el Día del Amor Fraterno, de la institución de la Eucaristía y la institución del sacerdocio. 
La última cena fue preparada por Jesús para sus discípulos. Fue el último encuentro con ellos antes de la pasión. Un encuentro que quiere resumir el sentido de todo lo que está a punto de ocurrir. Su entrega hasta la muerte, su vida para siempre. Él, sabiendo que llega su final, opta por encarar la realidad y darle sentido ante sí mismo y ante sus amigos, los que le habían acompañado durante tres años. 
Escena de La Pasión que recrea la última cena de Jesús con los apóstoles
Nos podemos imaginar el ambiente que se viviría allí en el cenáculo, donde Jesús y los suyos se habían reunido para comer la cena pascual, aquella cena en la que los judíos conmemoraban año tras año, la liberación de la esclavitud de Egipto. Un ambiente tenso, porque todos son muy conscientes de que las autoridades judías quieren eliminar a Jesús. Y un ambiente de gran afecto mutuo, porque ahora más que nunca aquellos discípulos se sienten unidos a su Maestro. Aunque les cueste entender lo que él dice y hace. 
Jesús prepara muy bien la cena eligiendo los detalles. Sabe que es su cena de despedida y que en ella tiene la oportunidad de mostrarse como siervo y amigo, enseñando, una vez más, a sus discípulos quién es Él y su mensaje de amor. 
  • ¿A qué situaciones de tu vida no le encuentras sentido o no entiendes? Te animo a que mires hoy a Jesús, para que encuentres en él la pista para darle sentido a tus sinsentidos. 
Amor Pascual 
Amor de carne y sangre,
de entrega y tiempo,
de historia y lucha.
Amor de fiesta y llanto,
de alianza eterna,
de mesa puesta,
de mano abierta.
Amor que no negocia
ni escatima…
Dispuesto a partirse
para llegar a todos,
especialmentea los desamados
a los solos,
a los que hambrean
encuentro
justicia
y ternura.
Amor por cada ser humano,
Tú conoces nuestros pies de barro,
nuestros sueños,
nuestras metas,
nuestro pecado,
el bien que soñamos
y el que negamos…
Amor de Dios,
hecho carne
entregándote,
como palabra
última, definitiva,
como raíz que ha de llegar
a la entraña de las vidas,
para transformarlo todo.

JESÚS SIERVO

«No he venido a ser servido, sino a servir» (Mt 20, 17-28)

Jesús se levanta de la mesa y realiza un gesto sorprendente: lavar los pies a sus discípulos. ¿Qué significa este gesto? es el signo del servicio y del amor gratuito. Jesús, aun reconociéndose a sí mismo <<Señor>>, se quita el manto que le identifica como tal y se pone una toalla a modo de delantal. Su estilo de ser señor es el de ser siervo, el de hacerse cercano, incluso físicamente, agachándose ante sus discípulos, como hacían los criados en aquel tiempo. Haciéndolo él, quiere enseñarnos cuál es el sentido de todo lo que ha vivido, y cómo podemos vivir también sus seguidores: poniendo la vida al servicio de los demás, totalmente. << ¿Veis lo que he hecho con vosotros? pues si yo, que soy el señor, os he lavado los pies, vosotros debéis lavaros los pies unos a otros>>.
  • Sitúate en los ámbitos de tu vida donde tienes alguna responsabilidad (en los estudios, trabajo, hogar, amistades, grupo de fe…) y piensa si lo vives desde este espíritu de servicio, pensando en la felicidad y el bien de los otros, o si lo vives desde el egoísmo o provecho personal.

JESÚS AMIGO[1]

«Tomad y comed, este es mi cuerpo» (Mt 26, 26).
En la última cena, Jesús se muestra como Amigo en múltiples detalles. Junto al gesto de lavar los pies, realiza otro aún más sorprendente. Toma el pan, toma el vino, y se lo da diciéndoles que aquel alimento es su Cuerpo y su Sangre, y anunciándoles que será para siempre su presencia en medio de ellos. Él, muerto por amor, resucitado por la fuerza de Dios, vivirá para siempre en medio de su comunidad. Y el pan y el vino será el sacramento de esa presencia. 
Y, sentados a la mesa, Jesús les hablará una y otra vez del amor: «Como el Padre me ama, así os amo Yo; permaneced en mi amor» (Jn 15,9). Jesús es un amigo que expresa su amor con palabras y con obras. «Nadie tiene mayor amor que dar la vida por sus amigos» (Jn 15, 13). Estas palabras de Jesús no son palabras vacías sino palabras que tendrán su cumplimiento en su entrega hasta la cruz.


Te invito a profundizar más en cómo es el verdadero amor. Para ello, lee el siguiente texto, en silencio, tratando de descubrirte en él y subraya lo que te llame la atención:
En el tema del amor yo empezaría por aprender, por ejemplo, a distinguir el amor del afecto sensible hacia otra persona, de la admiración, de los deseos de posesión de otros, que pueden ser fenómenos que prolongan o coinciden con el amor, pero que en realidad nada o poco tienen que ver con él. Con frecuencia converso con amigos que me dicen que «han perdido el amor por determinada persona». Y yo siempre les pregunto si lo que han perdido es el amor o sólo el afecto sensible hacia ella; si lo que han abandonado es la decisión de entregarse a esa persona o solo un cierto agrado o unos ciertos frutos placenteros que de esa persona obtenían. Y es que nunca he entendido que el amor sea algo que se puede perder como se extravía un llavero.
Quienes me dicen que el hombre va cambiando, que cambia el amado y cambia la amada, que las dos personas que hoy se decepcionan no son las mismas que hace diez años se amaron, yo respondo siempre que un verdadero amor no acepta solamente a la persona querida tal y como ella es, sino también tal y como ella será. Porque un amor verdadero no puede ser otra cosa que una entrega apasionada a buscar la felicidad de la persona a la que se quiere. El amor tiene que ser don y solo don, sin que se pida nada a cambio. Es lógico que el amor produzca amor, pero me temo que no ame del todo quien ama «para» ser amado, quien condiciona el camino de ida con el precio de vuelta. Cada vez que tomas algo o alguien para ti, cesas de amar, pues cesas de dar. Amar es exactamente, salirse de sí mismo, «perder pie en sí mismo», «descentrarse» –en el mejor sentido de la palabra-. Tienen razón quienes unen amor y locura, porque, efectivamente, el amor verdadero pone a la gente fuera de sí, para recentrarla en otra persona, en otra tarea o en un más alto ideal. Y subrayo estas tres variantes porque sería ingenuo creer que el único amor que existe es el que surge de un hombre y una mujer.
¡Hay tantas otras formas de amor no menos altas! ¡Hay tantas relaciones de pareja que son la contradicción del amor! ¿Por qué, sino por amor, trabaja el investigador que con auténtica vocación hace su trabajo? ¿Qué, sino el amor, lleva a los misioneros hasta lejanas tierras? ¿Qué, sino el amor puede estar en la base de toda vocación? Dios quiere la felicidad del hombre. Dios es el antiegoísta. La creación fue fruto de su propio amor autodesbordante. Y nunca ha hecho «pecados de amor» sus crecidas de egoísmo. Gracias a ello es cierto lo que escribió no sé quién y que aseguraba que «ser creyente es estar seguro de que no esperan magníficas sorpresas». La de descubrir, por ejemplo, que hemos sido más queridos de lo que nunca nos atrevimos a imaginar.
  • Pregúntate a la luz de este texto ¿Cómo es mi manera de amar? ¿Me siento llamado a crecer en el amor? ¿En qué sentido?

Otras pautas para la reflexión

  • El pan es básico en nuestra alimentación. Es lo necesario. En este momento de mi vida ¿qué es lo esencial para mí? ¿qué es aquello de lo que no puedo prescindir?
  • Jesús se parte y se reparte para ti ¿aceptas su entrega? ¿Cuál es tu actitud ante Él y qué quieres hacer para acogerle? Márcate un compromiso personal.
  • Coge un folio y dibuja un corazón y en él, pon el nombre de las personas que amas. Luego, ofréceselo a Jesús, como tu mayor tesoro. 
  • Elige uno de los aspectos de Jesús sobre los que has reflexionado: Siervo y Amigo. Párate por unos instantes contemplando así a Jesús y pregúntate: ¿Por qué elijo este aspecto? ¿Qué es lo que más me resuena? ¿Qué me dice a mi vida?
El banquete 
La mesa está llena.
Se sirven manjares exquisitos:
la paz, el pan,
la palabra
de amor
de acogida
de justicia
de perdón.
Nadie queda fuera,
que si no la fiesta no sería tal.
Los comensales disfrutan
del momento,
y al dedicarse tiempo
unos a otros,
se reconocen,
por vez primera, hermanos.
La alegría se canta,
los ojos se encuentran,
las barreras bajan,
las manos se estrechan,
la fe se celebra…
…y un Dios se desvive
al poner la mesa.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj

ORACIÓN

Termina recogiéndote en un momento de oración.
Todo el amor que necesitas está en esta cena y en lo que ocurre en ella. Esta cena ocurre hoy de nuevo para ti. Vívela. Es Jesús quien te ha invitado a su casa para cenar, para compartir contigo su intimidad, para enseñarte lo más importante con un gesto subversivo. Un gesto incomprensible que escandaliza a sus amigos. Entra en la escena, tú eres uno de los discípulos. Siéntate junto a Jesús, mira su rostro que transmite las emociones de esta noche. Observa sus gestos de esta cena: acoge al discípulo amado recostado sobre su pecho, da gracias a Dios por el pan, lo parte y lo reparte. Escucha su voz, que no tiene el mismo tono y la misma jovialidad que otras veces. Esta noche su voz suena diferente, más rotunda, más profunda… Deja que sus palabras entren en tu corazón «Este es mi Cuerpo». ¿Qué te dicen a ti personalmente? 
Jesús no espera que hagas nada, solo que te dejes amar. Repite en tu interior: SOY AMADO. Siéntelo, experiméntalo. Dile: Señor, gracias por venir a mi casa para llenarme de una nueva luz, de un amor diferente, gratuito, desinteresado, perfecto, eterno. Gracias por amarme. Contigo soy amor y puedo irradiar este amor a los demás. Abro las puertas de mi corazón para dejarte entrar en mi vida, tal y como está. Juntos preparemos una bonita mesa en la que compartir la vida.

Conclusión final

Como dice la canción con la que empezabas la reflexión, que Jesús, con su vida, sus palabras y sus gestos, sea impulso para que en tu vida puedas ser aquello para lo que has sido creado. Que Él sea la Palabra en tus días de lluvia, sea como el sol de la mañana, el latido de tu pulso, tu norte, la pieza que falta, la letra de tu melodía, el sentido de tus pasos… Puedes volver a escuchar la canción y elegir aquella imagen que exprese mejor quien es Jesús para ti. Después, compártelo con alguien.
Te deseo que mirándole a Él aprendas a amar, perdonar, ser feliz, servir incondicionalmente y hacer felices a los demás. 

[1] www.jovenesdehonianos.org: Pascua Quiero darme más

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